Incineración de residuos: una tecnología contraria al reciclaje y al manejo sustentable de recursos.
El jueves 3 de mayo de 2018 la Legislatura porteña aprobó la ley que habilitará a la Ciudad de Buenos Aires a incinerar los residuos urbanos que se generan en el distrito. Esto implica una modificación en las metas y los plazos comprometidos para la reducción de la cantidad de residuos que se prevén enviar a los rellenos sanitarios, los cuales están contemplados en la Ley 1.854 “Basura Cero”.
Tal como ha expresado FARN en reiteradas oportunidades, la incineración de residuos no es una tecnología renovable ni limpia, ya que la basura domiciliaria no es un recurso renovable, y su combustión genera emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), sustancias peligrosas para la salud y el ambiente.
Además, este método compite con el reciclado y con la denominada Economía Circular, ya que los residuos reciclables son los de mayor poder calorífico y, por ende, los más codiciados por las plantas incineradoras y por la industria del reciclado.
Diversos estudios demuestran que la incineración destruye al mismo tiempo las fuentes de trabajo que se generan en la Economía Circular. Por ejemplo, mientras que la industria del reciclado del plástico emplea a 93 personas cada 10.000 toneladas tratadas, una planta WtE emplea a solo 1. En el caso de los países en vías de desarrollo, el impacto de estas tecnologías de termovalorización sobre el empleo es más grave, dado que destruye una fuente de ingresos para los sectores más vulnerables, e imposibilita una nueva industria: la del reciclado.
El paradigma de este nuevo siglo es la Economía Circular, la cual por supuesto no contempla a la incineración como un sistema sustentable de manejo de residuos. Mientras el mundo debate estrategias cada vez más integrales y orientadas a reducir la toxicidad y la cantidad de basura, con esta nueva ley se busca promover tecnologías finalistas, que retraen el debate a décadas atrás; en lugar de apostar por el uso eficiente de materiales y recursos.