El próximo 2 de diciembre comenzará la 16ª Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) en Riad, Arabia Saudita, la cual se extenderá hasta el 13 de diciembre. Este encuentro será decisivo para aumentar la ambición global y acelerar las acciones en la gestión sostenible de las tierras y la resiliencia frente a la sequía.
La CNULD se adoptó en 1994 y entró en vigor en 1996 para proteger y restaurar la tierra y garantizar un futuro más seguro, justo y sostenible. La tierra sostiene economías, modos y medios de vida de comunidades enteras, pero la maltratamos cada día. Está COP16 coincide con el hito de los primeros 30 años de la Convención y se espera que catalice nuevas iniciativas sobre restauración de tierras y resiliencia a la sequía.
Según datos oficiales de CNULD, alrededor del mundo las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000 a raíz del cambio climático, pero también por el modo en que manejamos nuestras tierras. Desde la Convención advierten que invertir en la resiliencia a la sequía es una de las medidas más rentables que pueden tomar los países y las regiones, con un rendimiento de hasta 10 veces la inversión inicial.
En Argentina, el último período de sequía, el más extenso de los últimos 60 años y que se prolongó por más de tres años, provocó severos impactos sociales y ambientales. Según un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario, el país perdió unos 20.000 millones de dólares en liquidación de divisas por exportaciones sólo en 2023. Mientras que, desde el 2020, más de un millón de hectáreas de humedales y ecosistemas asociados en el Delta del Paraná fueron arrasadas por incendios de origen humano, y en su mayoría intencionales para impulsar el cambio de uso del suelo, aprovechando el escenario sostenido de sequía y bajante histórica del Río Paraná.
Respecto a la gestión sostenible de las tierras, la CNULD señala que el 40 % de las tierras del planeta están degradadas, afectando a la mitad de la población mundial y generando graves consecuencias para el clima, la biodiversidad y los medios de vida. Entre 2015 y 2019, se perdieron al menos 100 millones de hectáreas de tierras sanas y productivas cada año, un área equivalente al doble del tamaño de Groenlandia.
De acuerdo con los datos de la CNLUD, 10.000 millones de personas convivirán en el planeta para 2050. Los sistemas alimentarios son el principal motor de la conversión de tierras, la deforestación y la pérdida de biodiversidad.
Conciliar la producción de alimentos con el cuidado del ambiente y las personas no es solo posible, sino necesario. En este sentido, organizaciones de la sociedad civil que siguen el proceso de la CNULD reclaman desde hace tiempo por un mayor abordaje de la transición agroecológica por los Estados Parte reunidos en este espacio multilateral.
El Convenio sobre la Diversidad Biológica ya lo ha hecho en la meta 10 de su Marco Mundial de Biodiversidad a 2030, es tiempo de que lo haga también la Convención de Lucha contra la Desertificación.
Durante esta cumbre, se espera que líderes y representantes de los 197 países que ratificaron la Convención, entre ellos la Argentina, acuerden acciones colectivas para:
- Acelerar la restauración de las tierras degradadas de aquí a 2030,
- impulsar la preparación, respuesta y resiliencia ante la sequía,
- garantizar que la tierra siga aportando a la acción climática y de biodiversidad ya que las tres crisis están íntimamente vinculadas,,
- reforzar los derechos de las mujeres a la tierra para avanzar en la recuperación de la misma, y
- promover el compromiso de las juventudes, incluyendo a través de la promoción de empleos decentes basados en la tierra.
La COP16 es una renovada oportunidad para que siga profundizando la participación y el apoyo directo a las personas más afectadas por la desertificación, degradación y sequías, como los pueblos indígenas y comunidades locales, incluyendo a mujeres y jóvenes, para una mayor equidad y seguridad en la tenencia de la tierra”.
Las mujeres, según información de la CNULD, producen la mitad de los alimentos del mundo, pero poseen menos de una quinta parte de la tierra y constituyen el 70% de las personas que sufren hambre.
Los gobiernos deben eliminar las barreras legales que muchas mujeres tienen para el acceso y tenencia segura a la tierra e incluirlas en su gestión, conservación y restauración.
“Los compromisos en materia de uso sostenible y restauración de la tierra sólo son posibles con el pleno involucramiento de quienes más dependen de ella y la defienden cada día”, expresaron en una declaración organizaciones de la sociedad civil que llevan este y otros mensajes a la COP16 de la CNULD.
FARN y la CNULDFARN es formalmente organización observadora de la Convención de Lucha contra la Desertificación desde 2017. Su Directora Ejecutiva Adjunta es integrante electa del Panel de OSC representando a Latinoamérica y el Caribe para el período 2022-2024. El Panel es el mecanismo creado por los Estados Parte de la Convención para promover la participación de las organizaciones de la sociedad civil en este foro global. Asimismo, FARN es miembro de redes relevantes para la CNULD como Drynet y la UICN, y se hace parte del Caucus de Género de la Convención. |