Desde la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) realizamos ayer el evento «Conflictividad territorial frente a la avanzada de los fósiles», en el Instituto Gioja de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA), con el objetivo de acercar y exponer dos estudios sobre los efectos que tienen los proyectos hidrocarburíferos dentro de los territorios en los que se desarrollan.
«Chevron, fracking y terremotos: el consenso oculto de la sismicidad inducida en Vaca Muerta”, elaborado por Javier Grosso, Miguel Angel Di Ferdinando y Guillermo Tamburini Beliveaua, integrantes del Observatorio de Sismicidad Inducida (OSI), aborda los sismos que genera la actividad no convencional de extracción de hidrocarburos –fracking- en el área El Trapial Este, provincia de Neuquén. Este es el tercero de una serie de trabajos que muestran como una zona que no registraba eventos sísmicos, como lo era la región de Vaca Muerta, comenzó a tenerlos a partir del inicio de la extracción de petróleo y gas a través del fracking.
«Un mar azul para un futuro común. Conflictos y resistencias frente al avance fósil en Argentina”, realizado por Juan Antonio Acacio y Gabriela Wyczykier, analiza dos conflictos territoriales actuales generados por la expansión de la actividad hidrocarburífera en el mar Argentino: la exploración offshore en aguas profundas y ultraprofundas y la construcción de infraestructura petrolera en la costa del golfo San Matías, en la provincia de Río Negro. El trabajo busca dar cuenta de las valoraciones, perspectivas y argumentos de las comunidades, los científicos y las organizaciones de la sociedad civil que tienen una postura firme en contra de la expansión hidrocarburífera en la costa argentina.
Durante el evento expusieron Sebastián Tedeschi, profesor de filosofía del Derecho (UBA) e investigador del Instituto Gioja (UBA); Javier Grosso, profesor de geografía de la Universidad Nacional del Comahue; Gabriela Wyczikier, Dra. en Ciencias Sociales y Magíster e Investigadora del Conicet; y Guillermina French, Licenciada en Economía y Administración Agrarias (UBA) y responsable del área de Investigación en FARN.
“Los estudios de impacto ambiental de todas las empresas que operan en Vaca Muerta no contemplan la sismicidad inducida, a pesar de que ya hubo más de 500 sismos en las zonas y comunidades aledañas”, explicó Grosso durante la presentación.
Por su parte, Wyczykier indicó que el oleoducto Vaca Muerta Sur y el puerto petrolero que se busca construir en Punta Colorada, en el golfo San Matías, son incompatibles con la biodiversidad y las actividades turísticas y de pesca que se desarrollan dentro de este ecosistema natural.”Las comunidades costeras resisten por que se oponen a que el mar y el océano sean pensados por el Estado y las empresas como zonas de sacrificio”, explicó Wyczykier.
“Entre los objetivos de Vaca Muerta estaba el autoabastecimiento, lo que provocaría la disminución de las importaciones de energía, el aumento de las exportaciones y así mejorar las reservas de divisas, divisas que se usarían para el pago de la deuda, pero también para el desarrollo local. Sin embargo, a diez años del acuerdo entre YPF y Chevron, que dio inicio a las actividades hidrocarburiferas no convencionales en Vaca Muerta, la salida de dólares es mayor que la generada; en Neuquén la tasa de desempleo es mayor a la media de la Patagonia; esto sumado a las consecuencias socioambientales en los territorios que deja la sismicidad inducida“, explicó French.
Además, agregó: “Es necesario pensar desde otras variables, no solo las económicas. Las comunidades locales tienen en cuenta también otras dimensiones al pensar en el desarrollo, consideran su vínculo con el territorio y es por eso que impulsamos estos trabajos que reflejan los conflictos que genera el consenso fósil en los territorios, pero también proponen modelos de desarrollo alternativos”.