Por Camila Mercure y Julia Gerlo
Comenzó la 30ª Conferencia de las Partes (COP30) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en Belém, Brasil. Después de una década, la cumbre climática regresa a América Latina.
Esta cumbre será decisiva ya que marca el décimo aniversario del Acuerdo de París y el cierre del primer ciclo completo de implementación. Su éxito dependerá de alcanzar un paquete político integral que combine ambición climática, financiamiento, equidad y justicia.
En estas tres décadas se han logrado avances estructurales que transformaron la gobernanza climática global. Sin embargo, la próxima década será determinante. De no acelerar sustancialmente la acción climática, se perderá la oportunidad de traducir la arquitectura del Acuerdo de París en resultados concretos que garanticen una transición justa y resiliente.
Argentina llega con una agenda ambiental debilitada. Desde diciembre de 2023, el gobierno nacional recortó hasta un 83% del presupuesto destinado a partidas ambientales y paralizó espacios clave de gobernanza climática, como el Gabinete Nacional de Cambio Climático y su Consejo Asesor Externo.
Según el Observatorio Nacional de Acción Climática —del que desde FARN formamos parte—, el 73% de los 100 objetivos oficiales que Argentina asumió en materia climática, tanto a nivel nacional como internacional, no está en camino de cumplirse para 2030. De ese total, el 17% es imposible de cumplir en el plazo establecido, el 20% no presenta avances, el 36% muestra un avance leve y solo el 16% evidencia progresos reales (10% con avance moderado, 3% con cumplimiento esperado y 3% cumplido). El 11% restante no cuenta con información suficiente.