El Día Mundial del Ambiente nos invita a repensar el modo en el que nos vinculamos con la naturaleza. La pandemia que padecemos actualmente, que es en gran parte consecuencia de un modelo de producción, acumulación y consumo que desde hace décadas avanza ferozmente sobre los ecosistemas y la biodiversidad, no solo ha evidenciado la vulnerabilidad humana, sino también la imperiosa necesidad de considerar el cuidado de la vida como una cuestión central dentro de las políticas públicas.
Abogar por la protección y la conservación del ambiente es garantizar un presente más justo y un futuro habitable. La crisis desatada por el COVID-19 demostró que somos sumamente ecodependientes. El avasallamiento indiscriminado sobre los ecosistemas afecta nuestro acceso al agua, el derecho a habitar un ambiente sano, y compromete el bienestar integral de las generaciones más jóvenes.
Año tras año, los ecosistemas se están viendo cada vez más amenazados. En lo que respecta a los humedales, se calcula que ya se perdió un 87% de su superficie conocida a nivel mundial. En relación a los bosques, en los últimos 25 años, únicamente en América Latina, se perdieron más de 100 millones de hectáreas.
Particularmente, en Argentina, durante el último año los bienes comunes naturales se vieron altamente afectados. Los incendios, provocados en un 90% por actividades humanas intencionales, arrasaron con un millón de hectáreas, lo que equivale a 55 veces la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En este contexto, las partidas presupuestarias destinadas a la conservación y protección del ambiente siguen siendo muy inferiores en comparación a las que se desginan para actividades que llevan a su degradación. De acuerdo al Presupuesto Nacional 2021, por cada peso que se invertirá en energías renovables, se destinarán 189 a energías basadas en combustibles fósiles.
El modelo socioeconómico vigente no solamente provoca estragos en la naturaleza, sino que también genera profundas desigualdades sociales. En Argentina, casi la mitad de la población es pobre, y los números escalan a un 57% en lo que respecta a la pobreza infantil. En este panorama, nos resulta inevitable preguntarnos: ¿el modelo de “desarrollo” económico vigente nos está conduciendo al lugar que deseamos construir como sociedad?
En el marco del Día Mundial del Ambiente, desde FARN, afirmamos la urgencia de pensar nuevos horizontes que tengan como premisa la justicia social y el respeto por los límites planetarios.
Para seguir profundizando en estos debates, te invitamos a ver la presentación del IAF 2021 “Desmitificando el ‘ambientalismo bobo’: hacia un modelo que rompa con la falsa dicotomía entre cuidado del ambiente y desarrollo”, y la producción audiovisual de FARN sobre el Día del Ambiente