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Impactos del cambio climático sobre el sistema energético argentino

Impactos del cambio climático sobre el sistema energético argentino

El cambio climático es una realidad presente que está afectando todos los aspectos de nuestras vidas. El sistema energético argentino, que es la columna vertebral del desarrollo económico, la equidad social y la sostenibilidad ambiental, hoy se encuentra en una encrucijada crítica.

Las evidencias científicas y los registros empíricos muestran que las olas de calor, sequías, inundaciones e incendios forestales ponen en riesgo la seguridad energética y pueden agravar desigualdades territoriales históricas. Las proyecciones indican que estos impactos del cambio climático se intensificarán en las próximas décadas.

Este informe estratégico, elaborado por el Centro de Tecnologías Ambientales y Energía de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, presenta una evaluación detallada de estos impactos sobre el sistema energético argentino y propone una serie de orientaciones estratégicas para construir resiliencia territorial con justicia social y climática.

Cambio climático y sistema energético: una amenaza doble

El aumento de temperaturas, la variabilidad de los regímenes de viento e hidrología, y la mayor frecuencia de eventos extremos como olas de calor e inundaciones afectan ya todos los componentes del sistema energético: generación, transporte, distribución y consumo.

Ejemplos recientes en Argentina (como los apagones masivos durante la ola de calor de enero de 2022) y en otros países y regiones (como las sequías hidroeléctricas en Estados Unidos o los tifones en Asia) muestran que los sistemas energéticos vigentes no están preparados para un clima cambiante.

Resumen de los impactos del cambio climático sobre el sistema energético

Una vulnerabilidad territorialmente diferenciada

Argentina es un país diverso en su geografía, clima, distribución poblacional y estructura energética. Por eso, los impactos del cambio climático no se expresan de forma uniforme. Los principales riesgos regionalizados son:

NOA (Noroeste): fuerte aumento de temperatura, reducción de caudales hídricos y retroceso de glaciares amenazan la eficiencia de centrales térmicas e hidroeléctricas. El calor extremo incrementa la demanda de refrigeración y tensiona redes frágiles en zonas con acceso precario a los suministros de energía.

• Cuyo: estrés hídrico extremo y aumento de temperaturas afectan la generación hidroeléctrica y térmica. Se requieren medidas urgentes para adaptar infraestructuras eléctricas expuestas a incendios y eventos extremos.

NEA (Noreste): mayor frecuencia de precipitaciones intensas e inundaciones dañan redes eléctricas. La alta vulnerabilidad social amplifica los impactos, especialmente en zonas rurales y periurbanas.

• Centro y Pampeana: olas de calor crecientes generan picos de demanda en grandes ciudades. Las redes urbanas envejecidas no están preparadas para estos eventos, y las centrales térmicas cercanas al Paraná enfrentan estrés hídrico.

• Patagonia: descenso de nieve y caudales impacta en la generación hidroeléctrica. Las redes de transmisión que conectan esta vasta región con los centros de consumo son vulnerables a tormentas, nieve y aludes.

Este panorama requiere abandonar los enfoques centralizados y homogéneos. Es necesario construir políticas energéticas con enfoque territorial, que reconozcan los impactos diferenciados del cambio climático y diseñen soluciones específicas para cada región.

Impactos en tecnologías clave

El cambio climático afecta distintas formas de generación de energía:

Solar fotovoltaica: por cada grado de aumento en la temperatura, se estima una pérdida de hasta 0,7% en la generación por disminución en la eficiencia de las celdas. El cambio en el índice de claridad (Kt) también impacta, con tendencias dispares según la región.

• Eólica: el aumento de temperatura disminuye la densidad del aire y, por lo tanto, la energía generada.  Además, el aumento de los eventos extremos reduce el tiempo de operación efectiva de las turbinas.

• Térmica (gas y vapor): el calor extremo reduce significativamente la potencia generada. Se estiman pérdidas de eficiencia superiores al 20% en escenarios extremos. El calentamiento de los ríos agrava la situación al limitar la capacidad de refrigeración.

• Hidroeléctrica: caudales descendentes en ríos clave como el Paraná, Uruguay y Limay amenazan la continuidad de la generación hidroeléctrica.

• Bioenergía: los eventos extremos (sequías, olas de calor) disminuyen los rendimientos de soja y maíz, afectando la producción de biocombustibles.

Todas estas formas de generación se ven también afectadas por el aumento de la demanda eléctrica generado por las temperaturas elevadas, en especial en ciudades y zonas productivas. El sistema actual no está preparado para absorber estos picos.

Recomendaciones estratégicas: hacia una transición resiliente y territorialmente coherente

Frente a los crecientes impactos del cambio climático sobre el sistema energético argentino y a la persistencia de vulnerabilidades estructurales en su configuración actual, se impone la necesidad de una transformación profunda y sostenida. Este cambio no puede quedar limitado a la sustitución tecnológica o a la incorporación incremental de energías renovables. Una transformación de esta magnitud solo puede sostenerse en una nueva racionalidad de planificación y gobernanza sustentada en dos pilares estratégicos: la diversificación regional de la matriz energética y la descentralización real de la planificación, gestión y toma de decisiones.

Dentro de estos pilares se identifican distintas líneas estratégicas prioritarias: la planificación climática-energética territorializada, la construcción de matrices diversificadas y robustas, el redireccionamiento de subsidios e instrumentos financieros, el fortalecimiento institucional subnacional y local, la participación comunitaria y la democratización de la energía, y la territorialización de la planificación nacional.

Hacia una nueva gobernanza energética territorial

La transformación del sistema energético argentino no es solo un desafío técnico, es una oportunidad para redefinir las prioridades de desarrollo, inclusión y sostenibilidad. En un contexto de creciente desigualdad y vulnerabilidad climática, la resiliencia energética debe construirse sobre principios de equidad, participación y justicia climática.

La descentralización y diversificación no son solo estrategias para mitigar el cambio climático. Son también condiciones básicas para proteger a las comunidades más expuestas, garantizar el acceso equitativo a la energía y fortalecer la soberanía energética nacional.

Es urgente y necesario pasar de la planificación a la acción, del discurso a la transformación concreta. El futuro energético de Argentina puede ser resiliente, justo y sustentable, pero solo si se lo construye desde los territorios, con políticas que escuchen, reconozcan y respeten las múltiples realidades del país.

La versión adjunta es un resumen ejecutivo. Para descargar el documento completo, en este link.

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