Esta edición de la Revista Pulso Ambiental busca visibilizar el problema del metano en nuestro país, sus impactos en el ambiente, la salud y los derechos humanos; y exigir políticas concretas y orientadas a su reducción y mitigación.
El metano es el segundo gas de efecto invernadero más contaminante. Es 80 veces más potente que el CO₂ en un período de 20 años y es responsable de más del 50% del ozono troposférico presente en la atmósfera, de acuerdo al Climate and Clean Air Coalition (CCAC). Este contaminante atmosférico causa un millón de muertes prematuras cada año a nivel global y expone a las personas afectadas al riesgo de contraer enfermedades respiratorias graves (agudización de bronquitis y enfisema, iniciación de asma y daño permanente del tejido pulmonar).
En Argentina, más del 60% de las emisiones de metano originadas por las actividades humanas provienen del sector agrícola; un 29% del sector energético —fundamentalmente de fugas en la producción y transporte de petróleo y gas— y el resto (aproximadamente un 7%) de una gestión inadecuada de los residuos y de los más de 5000 basurales a cielo abierto a lo largo de todo el país.
La reducción del metano exige decisiones políticas. Detectar y reparar fugas, capturar emisiones e invertir en compostaje son soluciones válidas y viables, pero no suficientes. Es urgente un cambio de paradigma sobre el modelo de producción actual: reducir la producción y el consumo, abandonar los combustibles fósiles, fomentar la agricultura familiar.