El Gobierno y las mineras buscan modificar la ley para que cada provincia determine qué se resguarda. Organizaciones ecologistas se resisten. El Instituto Argentino de Glaciología aclara que no fue consultado y destaca la importancia de la protección. Glaciólogos dicen que la norma actual define mal la zona periglacial.
Por Alejandro Rebossio
De un lado del ring, el presidente Javier Milei y las empresas mineras que avanzan sin freno –algunas más que otras dependiendo de su emplazamiento–, a reformar la ley de protección de glaciares con un Congreso con más libertarios y provincias peronistas que apuestan a la minería. Del otro, están las organizaciones ecologistas que claman contra cualquier cambio a la norma de 2010. A ellas se suman los pequeños agricultores y ganaderos, bodegas y hasta empresas de agua embotellada que tienen sus temores sobre el impacto en las vertientes de la explotación de los metales en los Andes.
Pero también están los glaciólogos, quienes coinciden con las compañías en que la zona periglacial está mal definida en la legislación, y discuten sobre si la que realmente lo es, según su conocimiento, debe resguardarse o no, dependiendo de si cuenta con reservas estratégicas de agua.
Milei ha dicho hace dos semanas, envalentonado con el triunfo electoral, que no sólo impulsará las reformas laboral y tributaria sino otras como la de glaciares, además de la educativa y la penal. En cuanto a la que protege los heleros, el Presidente sostuvo que está mal definida la zona protegida periglacial, que no son los neveros blancos –zonas de montana donde la nieve se concentra durante todo el año, como el Perito Moreno– sino que el permafrost –suelo, tierra, rocas y sedimentos que permanece congelado a cero grados o menos durante al menos dos años consecutivos–, que puede tener hielo o no, y que incluye los glaciares de escombro, que a simple vista aparecen rocosos.