El ministro de economía, Sergio Massa, viajó con una importante delegación a China en busca de divisas profundizando la agenda extractiva. Aquí, nos preguntamos sobre el lugar de la política ambiental y de la agenda de transición energética en esta visita, con la clara necesidad de que sea transversal a cualquier proyecto o programa nacional.
El creciente vínculo entre China y Argentina no es ninguna novedad. La relación comercial se expande desde inicios del siglo XXI y desde la segunda década de este, el país asiático se viene consolidando como uno de las principales fuentes de financiamiento y origen de Inversión Extranjera Directa (IED). Estas últimas se dirigen especialmente al sector energético -de manera amplia y variopinta-, al litio -también incluido en la agenda energética- e infraestructura.
La visita se produce en medio de una estructural falta de divisas en Argentina agravada no solo por la cuantía de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino también por los condicionamientos que establece el organismo en materia fiscal y políticas económicas en general, la sequía y la falta de mecanismos para evitar que las grandes empresas del sector energético -hidrocarburíferas especialmente- fuguen el superávit comercial.
Tampoco es ningún secreto que esta visita se produce en el marco de una disputa geopolítica entre Estados Unidos y la República Popular de China (RPCh) en la cual el primer país condiciona su relación comercial y apoyo a la Argentina al interior del FMI con la restricción o límite a la expansión de China en proyectos que se consideran estratégicos en materia energética. Incluso EE.UU. también intenta bloquear el acceso de China a mercados tecnológicos estratégicos como el 5G.
Desde FARN, nos preguntamos: ¿En qué medida es considerada la agenda socio-ambiental en la visita? Por otro lado, nos cuestionamos si acaso la mirada exclusiva sobre la falta de divisas no actúa como condicionante en materia de soberanía energética y el abordaje de un plan de transición energética justa en Argentina.
Una imagen de la presencia de China en Argentina
Entre algunos de los proyectos, concretados o en ejecución, que contienen capitales del país oriental (públicos, privados o mixtos), se destaca: el financiamiento del 85% del Parque Solar Cauchari en Jujuy, por parte del Export-Import Bank of China, que condicionó la compra de paneles solares a la empresa Talesum, de aquel país y que las obras las llevaran adelante Power China y Shanghai Electric; el desembarco en varios proyectos eólicos en las licitaciones del Plan RenovAr; el financiamiento de la remodelación del Ferrocarril Belgrano Cargas y otras líneas ferroviarias que aceleran el tráfico de soja hacia los puertos; la activa presencia de Ganfeng Lithium en proyectos extractivos de litio, no solo como principal inversor de Minera Exar que pondrá operativa su planta de carbonato de litio en pocos meses, sino con otras múltiples pertenencias mineras y acciones en empresas de exploración; la presencia de China National Offshore Oil Corporation como propietario del 25% del Panamerican Energy Group, con importantes inversiones en el sector hidrocarburífero tanto upstream, midstream como downstream; el financiamiento y construcción de las represas en el río Santa Cruz con vulneraciones al derecho a un ambiente sano, a los glaciares del Campo de Hielo Sur, a especies en peligro de extinción como el Macá Tobiano y el Cauquén Colorado, a la Consulta Libre, Previa e Informada que le corresponde a las comunidades indígenas, entre otros; y la presencia de COFCO integrando verticalmente el negocio de la exportación de soja, desde las semillas hasta los puertos.
La foto de la presencia en el plano extractivo y la infraestructura estratégica se completa con que en el nivel financiero se destaca la vigencia del swap de monedas entre los bancos centrales de ambos países y con que Argentina sea uno de los seis países miembros del Banco Asiático de Infraestructura e Inversión, liderado por el país oriental. Desde 2004 Argentina y China establecen una relación de asociación estratégica, profundizada en 2014 como asociación estratégica integral y con la adhesión de Argentina a la iniciativa de la Franja y la Ruta en febrero de 2022.
Dentro de esta imagen no podemos omitir la de otro “cuadro dentro del cuadro”: la base de observación aeroespacial en las cercanías a Bajada del Agrio en la Provincia de Neuquén, que prácticamente constituye un enclave territorial.
Intereses en disputa y proyectos truncos.
En plena pandemia de COVID-19, con un origen zoonótico prácticamente confirmado, se intentaron instalar mega granjas porcinas en el territorio argentino, que, bajo la narrativa de desarrollo local, lo que se hubiese importado desde el gigante asiático serían los impactos socioambientales, desde graves enfermedades, abuso y contaminación de agua potable, entre otras implicancias. Lo paradójico de este tipo de proyecto es que el interés del mismo aparece luego de que en China se haya producido un importante brote de “gripe porcina africana”, que llevó a sacrificar a más de un millón de cerdos intentando frenar la enfermedad. Este ejemplo expresa de manera nítida la lógica de cómo China traslada hacia América Latina problemáticas socioambientales, bajo el argumento de que estos proyectos de IED son una posibilidad de “ascenso en cadenas de valor” para la región.
Ya desde la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner se viene anunciando la posibilidad de que China financie la construcción de una cuarta central nuclear en Argentina en el complejo Atucha en la ciudad de Lima a pocos kilómetros de dos de las ciudades más importantes del país. Este proyecto es controversial, no solo por los impactos ambientales y el riesgo que implica, sino porque sería de una tecnología importada con poca trayectoria a nivel mundial, muy diferente a la que Argentina maneja; a la vez de los altos costos que le implicaría al país y luego del costo de la unidad de energía, respecto a otras energías más sostenibles y seguras. De todas formas, este proyecto no logra avanzar hace varios años, no por todo lo mencionado, sino por disconformidades por parte del gobierno de los Estados Unidos y su disputa geopolítica.
Otro aspecto saliente de la visita pasa por profundizar el modelo de injusticias ecológico-distributivas de Vaca Muerta. Parte de la delegación negocia con la gigante de energía e infraestructura Power China la construcción de una planta de GNL con un gasoducto aplicado propio. Mientras en Argentina proliferan los proyectos tentativos de plantas de GNL y ampliación de la infraestructura de despacho del gas de Vaca Muerta, en Añelo, Provincia de Neuquén, donde literalmente están situados los yacimientos de gas no convencional en explotación, más del 65% de la población no tiene gas de red y acceso a otros servicios básicos como agua potable o cloacas.
Consenso de Beijing, dependencia e inequidades ecológico-distributivas
Desde inicios del siglo XXI en adelante, la relación entre China -como potencia en ascenso- y diferentes países sudamericanos ha tenido una particularidad: la flexibilidad de la RPCh para “encantar” a las élites locales de países con proyectos políticos sumamente disímiles.
Durante los tiempos del denominado “Consenso de Washington” y la posterior promoción del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) por parte de EE.UU., la receta que prescribía era una única propuesta económica para toda la región. Con la merma del interés de EE.UU. en nuestra región por su viaje más fuerte hacia Asia, China como financista y socio comercial creciente de Sudamérica ha sabido adaptarse a ofrecer un tipo de configuración en sus vínculos bilaterales con cada país de la región adaptado a las idiosincrasias políticas de los diferentes proyectos: tanto de aquellos que expresan una continuidad con el ideario neoliberal, como proyectos de corte progresista o “nacional-populares” e incluso aquellos de mayor radicalidad o disruptividad en términos políticos. Sin importar estas diferencias, la apertura a la expansión de las relaciones comerciales y flujos de IED provenientes de China centradas en una profundización del perfil primario-extractivo y mayor explotación de la naturaleza en la región ha sido una política que tenía vetada las objeciones.
Lo particularmente interesante es que mientras la República Popular de China prácticamente se ha presentado en la región como una “potencia benevolente”, en las negociaciones bilaterales con cada uno de los países de la región siempre saca provecho de las asimetrías de poder productivo, financiero y tecnológico con cada uno de ellos. El poder que implica sobre un país con una economía dependiente ser uno de los principales destinos destinos de exportaciones, o actuar como un potencial “financista alterno a los tradicionales”, le ha otorgado a China importantes ventajas a la hora de negociar acuerdos que le han dado acceso a recursos primario-extractivos claves para su propia economía o redes de infraestructura estratégicas en cada uno de los países.
La foto que mostramos para el caso Argentino -que se replica para las economías de la región- incluye varios ejemplos de integración vertical en sectores estratégicos para la economía, o incuso negociaciones que implican la obligatoriedad de compra a proveedores del país oriental que obturan el ascenso tecnológico local, y fundamentalmente la importación invisible de conflictos socioambientales: la profundización de un perfil productivo intensivo en el uso de agua, energía, combustibles fósiles y hasta posibles enfermedades zoonóticas que es trasladada a nuestra región, pero sosteniendo una mayor calidad de vida material en China.
La falta de divisas como árbol que tapa el bosque
La visita del Ministro Massa a China se produce en un marco en el cual la presión que generan los compromisos de la deuda externa y la fuga de divisas sobre la balanza de pagos es extrema. El control del tipo de cambio termina por marcar los tiempos políticos. La avidez de divisas para evitar nuevas devaluaciones -a costa de profundizar un perfil primario-extractivo- parece ser la única política de Estado que sobrevive los cambios de signo político y sobre la cual habría un consenso entre las principales fuerzas.
La mayor parte de los medios de comunicación concede que una gestión exitosa del Ministro Massa en China sería conseguir la ampliación del swap cambiario entre los Bancos Centrales, agilizar los desembolsos del financiamiento de las represas del Río Santa Cruz, y expandir los proyectos de capitales de la RPCh en litio y hasta cobre. En algunos casos se habla de reflotar ideas como la de las granjas porcinas. En todos los casos observamos que esta celeridad por concretar estos proyectos no respeta los tiempos de realización de las debidos Estudios de Impacto Ambiental, el respeto por la Consulta Libre Previa e Informada a Pueblos Originarios, la evaluación en términos de soberanía energética y alimentaria de estos proyectos, si los mismos van a contribuir o no a mejorar la calidad de vida de la población en Argentina sin atentar contra el derecho a un ambiente sano.
En el mismo contexto en el cual Argentina avanza en documentos de política ambiental a mediano plazo, tales como la elaboración del Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático y la implementación del Acuerdo de Escazú, centrado en el acceso a la información ambiental y la participación, las necesidades políticas de corto plazo parecen comprometer la naturaleza y dejar de lado las necesidades de planificación que tienen las políticas energéticas y ambientales, agendas que parecen totalmente ajenas a la visita del Ministro Massa a China.