En términos generales, la declaración final de Río+20 es extensa pero no contiene reales compromisos. En el documento se reflejó el común denominador más bajo, comprende la reafirmación de los principios de Río+92 y los planes de acción anteriores, la economía verde, la erradicación de la pobreza, los medios de ejecución y financiamiento para llevarlo adelante.
La falta de metas concretas presenta desafíos importantes en el sentido de tener que dar pelea para que la Declaración de Río+20 no se tome en el plano local como una vía libre para el desarrollo sin importar las consecuencias ambientales. Este es un aspecto que despierta una fuerte preocupación.
Como contrapunto, Río+20 ha mostrado también que existen procesos locales y regionales desde la sociedad civil y los distintos sectores que significan avances y que merecen un dimensionamiento en la escala global. Esto no reemplaza la ausencia y la necesidad de mayores decisiones en el ámbito internacional, pero genera una importante base para seguir trabajando por políticas públicas sustentables.
Documento FARN: Reflexiones sobre la declaración final de Río+20: El futuro que queremos