Por Andrés Nápoli y Pia Machegiani
El futuro no es una quimera. Es una realidad que construimos con cada decisión que tomamos en el presente. Es también, sin dudas, un terreno de disputa, en el cual la dimensión ambiental parece decisiva y al mismo tiempo la primera en ser desestimada.
En un contexto de crisis ecológica global, donde los impactos ambientales se agravan y las desigualdades sociales se profundizan, pensar hacia dónde vamos implica asumir una responsabilidad social y política ineludible. De no tomar acción en materia ambiental y cambiar el rumbo, de aquí a 30 años podríamos habitar un mundo profundamente degradado.