El sistema energético argentino está dominado desde hace décadas por la explotación y uso de petróleo y gas natural, recursos que hoy dan cuenta del 86% del total de la energía primaria producida en la Argentina. El resto de la oferta energética se completa con energía nuclear e hidroeléctrica y, más recientemente, con distintas energías renovables, como la eólica, la solar y algunas formas de bioenergía basadas en distintas materias primas de origen orgánico, como la soja, el maíz y diversos residuos de la producción agropecuaria y de la forestal.

Además de la alta dependencia del petróleo y el gas natural, combustibles fósiles que son la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), este sistema energético presenta una cantidad de aspectos que amenazan su sostenibilidad en el corto y mediano plazo.
La necesidad de capitales y de tecnologías que solo disponen grandes empresas multinacionales del sector u otros Estados, y la dependencia de factores externos como el precio de estos commodities, ponen al país en una situación de extrema vulnerabilidad y debilitan su soberanía en materia energética.
En segundo lugar, el sistema energético se encuentra altamente centralizado en todas sus etapas, incluida su administración, con pocos actores que concentran la producción, el transporte y la distribución tanto de energía eléctrica como de otros combustibles para el consumo final. Esto promueve la discrecionalidad en el diseño e implementación de políticas energéticas, incluidas las tarifas y subsidios.
Ante esto, la Argentina debe plantearse la transformación de su actual sistema energético a favor de otro basado en tres ejes centrales:
1) diversificación, tanto en los recursos como en las tecnologías utilizadas, que asegure el acceso a la energía de calidad a toda la población;
2) descentralización, de su administración y producción, transporte y distribución, tanto de energía eléctrica como de combustibles para consumo final
3) bajo en emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos socioambientales, promoviendo la participación ciudadana para garantizar la aceptación de proyectos específicos.
En este trabajo se presentan tres escenarios energéticos alternativos a 2050 —electrificación, biocombustibles y de hidrógeno verde— que muestran, a modo de referencia, opciones para la transformación del sistema energético hacia un modelo basado en esos ejes. Los tres escenarios tienen en común el objetivo de llegar a reducir a cero las emisiones de GEI en 2050.

El objetivo central de este trabajo, realizado por el Centro de Tecnologías Ambientales y Energía de la Facultad de Ingeniería de la UNICEN, es poner de manifiesto el orden de magnitud de los costos económicos involucrados en la transformación del actual sistema energético hacia otros posibles sistemas alternativos con emisiones de GEI nulas en 2050 que estén basados en recursos naturales renovables y en diversas tecnologías para la producción y el consumo de energía.