Por Verónica Gostissa y Leandro Gómez
En el norte de Catamarca, el Salar del Hombre Muerto enfrenta desde hace casi 30 años las consecuencias de una industria que prometía futuro y progreso, pero que está dejando un ecosistema devastado.
Desde 1997, la empresa Minera del Altiplano S.A. -subsidiaria de la empresa estadounidense Livent que actualmente pertenece a la británica-australiana Río Tinto- explota litio en esta región ubicada a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, una zona árida donde el agua es un bien escaso y vital.
El impacto es visible: la desecación de más de 5 kilómetros de la vega del río Trapiche. Hoy, en el Salar del Hombre Muerto se desarrollan 12 proyectos mineros -en diferentes etapas- profundizando la presión sobre este ecosistema de altura. Es que la minería de litio consume grandes volúmenes de agua
La comunidad originaria Atacameños del Altiplano que habita el salar fue la primera en notar que el agua comenzaba a escasear y ante la falta de respuesta estatal, decidieron judicializar su reclamo. En marzo de 2024, la Corte de Justicia de Catamarca falló a su favor, reconoció el daño ambiental y ordenó al gobierno provincial abstenerse de otorgar nuevos permisos mineros sobre la cuenca del Río Los Patos hasta realizar un estudio de impacto ambiental acumulativo e integral.