En la COP16, se lograron algunos consensos claves, como el reconocimiento de los conocimientos de pueblos indígenas y comunidades locales, pero quedó pendiente la definición de los fondos
Por Matías Avramow y Natalia Louzau
CALI.– Las negociaciones de la 16° Conferencia de la Convención de Diversidad Biológica (CBD), más conocida como COP16, simplemente no terminaron. Después de 13 horas de debate en la sesión final, el plenario perdió densidad. Menos de la mitad de los representantes de los 196 países habían abandonado sus puestos hacía horas. Algunos tenían vuelos para regresar a sus hogares y no contaban con un margen para reprogramar, otros quedaron agotados.
Así fue como, en el último y más central punto de discusión, la cumbre mundial se suspendió ayer por falta de quórum. A las 8, Brasil y Panamá pidieron que se hiciera conteo de las partes y se informó que, por protocolo, la reunión no podía continuar.
No significa que no hubo logros: la mayor parte de los temas negociados ya habían llegado a una conclusión satisfactoria, pero la discusión sobre cómo afinar los mecanismos de financiamiento para cubrir los gastos de implementación de casi todo lo acordado antes se pospuso para las reuniones intersesionales que se celebrarán en Bangkok, Tailandia, durante el año que viene.
Esto, para Sandra Guzmán, directora del Grupo de Financiamiento Climático de Latinoamérica y el Caribe (Gflac), no asegura que en esas negociaciones se cumpla el objetivo. “Veremos qué pasa en las intersesionales, pero países como los que conforman la Unión Europea no quieren que haya un nuevo fondo [de financiamiento]”, plantea.
“La falta de acuerdos sobre financiamiento y la incertidumbre en la implementación de metas globales evidencian pérdidas significativas en el proceso. Esto afecta directamente a América Latina, que es rica en biodiversidad y necesita recursos para preservarla, en un contexto de un agravamiento de la crisis de las deudas soberanas”, opina Oscar Soria. CEO de la organización internacional Common, en consonancia con Guzmán, al cierre de la convención.
Para Ana Di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), “hubo luces y hubo sombras”. Ella es una de las argentinas que más tiempo siguieron estas negociaciones y resalta dos decisiones que fueron las más trascendentales. La primera: darles más centralidad y poder de influencia a los pueblos indígenas y comunidades locales, incluidas las afrodescendientes, del mundo dentro de la convención, al crear un órgano sobre sus conocimientos tradicionales.