En el día de hoy falleció Antonio Elio Brailovsky. Para quienes transitamos el mundo ambiental su nombre habla por sí mismo y no necesita de más presentaciones. Licenciado en Economía Política, fue un prolífico escritor y ensayista, profesor universitario, eficiente funcionario, y también un motivador e impresionante activista ambiental, quizás uno de los más reconocidos de nuestros tiempos.
Antonio fue un pionero de la temática ambiental en nuestro país. Primero a través de sus obras escritas entre las que se destaca “Memoria Verde: Historia ecológica de la Argentina”, “Historia ecológica de Iberoamérica” y también “Buenos Aires, ciudad inundable”, “Historia Ecológica de la Ciudad de Buenos Aires” y “Ésta, nuestra única Tierra” por mencionar solo algunos libros que integran su prolífica obra. En la década de los noventa, tuvo una labor destacada como Convencional Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, y tuvo a su cargo la redacción de los textos básicos que hoy integran el importante capítulo ambiental de esta Constitución.
Antonio no formó parte de la organización institucional de FARN pero siempre estuvo cerca nuestro y colaboró desinteresadamente impartiendo numerosos cursos. Desde FARN queremos destacar muy especialmente su trabajo como Defensor Adjunto de la Ciudad de Buenos Aires, estando a cargo de la primera Defensoría del Pueblo Ambiental del mundo. Además de atender la cuantiosa problemática ambiental de la Ciudad, Antonio se integró a trabajar junto con el Defensor del Pueblo de la Nación y un conjunto de organizaciones no gubernamentales en la elaboración del “Informe Especial sobre la Cuenca Matanza – Riachuelo” en el año 2003, que sirvió de base para el caso Mendoza que algunos años después sentenció la Corte Suprema, teniendo a su cargo el desarrollo del Capítulo II de dicho informe, donde realiza una de las reseñas históricas más completas y profundas que existan sobre el tema.
Pero su trabajo en este tema no se quedó allí, sino que una vez emitido el fallo de la Corte sobre la Contaminación de Riachuelo participó de manera activa como parte del Cuerpo Colegiado que tiene a su cargo el control del cumplimiento de la sentencia del cimero tribunal, demostrando una vez mas su inclaudicable vocación de lucha.
La obra y acción de Antonio es tan extensa y prolífica como su compromiso con la sustentabilidad, la defensa del ambiente y la calidad de vida de la población. Pero su nota más distintiva, además de su profusa barba, ha sido su enorme calidad humana, su expresiva bonhomía y su permanente generosidad expresada siempre en escuchar y darle una mano a quienes le solicitaron su asistencia y presencia. Podemos dar fe de esto todos los que tuvimos la suerte enorme de conocerlo y compartir sus luchas y desvelos.
Descansa en paz Antonio, tu tarea está más que cumplida.