Preocupación de FARN frente a la decisión de reducir los ministerios, ¿se puede ajustar el ambiente?
El lunes 3 de septiembre el presidente Mauricio Macri, con el objeto de dar señales a los mercados, anunció un paquete de medidas para afrontar la crisis económica y, en una maniobra de reestructuración por austeridad, decidió reducir la cartera de ministerios del Gobierno, proceso en el cual el Ministerio de Ambiente no fue la excepción.
En 2015, cuando el Gobierno asumió, definió nuevos ministerios, y el de Ambiente fue uno de los que ascendió de categoría, pasando de Secretaría a Ministerio. Esto fue una noticia promisoria del nivel al que se elevaba la importancia del ambiente y las implicancias que conllevaría: más presencia, recursos e institucionalidad.
La creación de este ministerio fue un paso significativo desde el punto de vista institucional: colocó a Argentina en igual situación que la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe, que ya cuentan desde hace tiempo con organismos ambientales de máximo rango ministerial.
Fue asimismo una medida largamente reclamada por el movimiento ambiental; en tanto la elevación de su jerarquía institucional lo colocaba en un pie de igualdad con otras áreas de gobierno tales como minería, agricultura, economía, infraestructura e industria, que son claves en la definición de políticas que hacen a la sustentabilidad, el ambiente y la calidad de vida de la población.
Si bien aún no se conoce cuál será la reducción presupuestaria que traerá consigo la eliminación de las carteras ministeriales, la mayor parte de los analistas coinciden en afirmar que la misma será ínfima.
La nueva estructura ministerial (10 en total) resulta prácticamente similar a la que tenía nuestro país a principios del siglo XX. Ello, lejos de mejorar la toma de decisiones, como se alega en los fundamentos de la medida, va a contramano de los modelos que rigen en la mayor parte de los países del mundo y de América Latina en particular, que buscan diversificar el abordaje del conjunto de las problemáticas que atraviesan a la sociedad en la actualidad y que demanda un sector público especializado y experto para su tratamiento.
Un dato significativo a considerar es que al perder su condición de ministerio, también perderá su autarquía en la disposición presupuestaria, quedando por tanto sujeto a otras áreas de gobierno. Es decir, vuelve a existir la posibilidad de reasignaciones presupuestarias de la (ahora) Secretaría de Ambiente con otros organismos que dependan de la misma cartera. Tal como sucedió en 2010 con la reasignación de fondos desde la Ley de Bosques Nativos hacia el programa Fútbol para Todos.
Según un estudio de FARN, las partidas identificadas como compatibles con el cuidado ambiental representan el 0,27% de los gastos presupuestados para el año 2018 (equivalente a unos $7.800 millones), y el 0,35% del PBI. Ese mismo informe ya advertía lo insuficiente de ese monto y las consecuencias que esto podría traer para la correcta implementación y cumplimiento de la legislación vigente.
Por caso, el presupuesto del (ex) Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable era de $5.881 millones, y luego, se redujo a $4.026 millones, casi 30% menos que en 2017. En un contexto de reducción de espacios naturales y de amenazas constantes, ¿cuánto más se puede ajustar el ambiente?
Una planificación del desarrollo nacional de mediano y largo plazo debe considerar las implicancias ambientales de las decisiones, sobre todo teniendo en cuenta los desafíos globales a los que nos enfrentamos y los acuerdos internacionales a los que suscribimos como país. Desde la sociedad civil, consideramos un retroceso degradar al Ministerio de Ambiente, sobre todo con las potenciales reducciones de facultades y recursos que esto conlleva y que, en el mediano plazo, no solucionan el problema económico de fondo.
Si queremos asegurar un ambiente sano para las generaciones de hoy y las futuras, es necesario que toda la institucionalidad del Estado se encuentre al servicio de los ciudadanos con la calidad que requieren las circunstancias. La actualidad ambiental en Argentina también está en una situación delicada y sin un ambiente sano, no habrá solución económica que nos permita seguir adelante.