Por Emilia Delfino y David Correa
Un gigante se ha instalado en Rinconadillas, una comunidad indígena de 82 familias, ubicada a 3200 metros sobre el nivel del mar, en la región de la Puna, en la provincia argentina de Jujuy. En esta pampa de sal, Tecpetrol, la petrolera de la multinacional ítalo-argentina Techint, pretende extraer litio. Tiene la mirada puesta en la Laguna de Guayatayoc, donde hasta hace apenas unos meses era impensado que la minería litífera pudiera avanzar y conquistar un área habitada por 38 comunidades indígenas, que llevan más de 14 años resistiendo al inminente desembarco de las compañías mineras. El viernes 15 de noviembre, representantes de comunidades indígenas de la cuenca presentaron sus demandas en una audiencia pública ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Solicitaron la creación de zonas libres de minería.
“Nosotros no vamos contra el litio, nos preocupa el agua y el medio ambiente. Nos puede afectar mucho si hay esa actividad porque necesita de mucha agua”, le dijo Raúl Callata, presidente de la comunidad de Rinconadillas a Mongabay Latam y a elDiarioAR.
En esta región del noroeste argentino, se extiende la cuenca de Salinas Grandes —una de las Siete Maravillas Naturales de Argentina—, que incluye a la Laguna de Guayatayoc, el segundo espejo de agua más extenso de Jujuy. Es una cuenca compartida entre Jujuy y su vecina, la provincia de Salta.
Los ríos y arroyos que se forman en este ecosistema alimentan un humedal de altura, donde conviven desde tres clases distintas de flamencos, suris (ñandúes) y vicuñas hasta animales de pastura que las comunidades crían para su supervivencia.
Aquí, una decena de empresas buscan desarrollar trabajos de exploración en busca de litio. Su meta: satisfacer la demanda mundial de “oro blanco”, un mineral clave para la transición hacia el uso de energías limpias que no beneficia hoy a la Argentina y menos a las comunidades de la cuenca de Salinas Grande que le dijeron “No al litio” en 2010.