Estamos viviendo una crisis ecológica sin precedentes. La crisis climática ya está dejando a la vista sus efectos: inundaciones, sequías extremas y prolongadas olas de calor e incendios. El 2023 fue, sin ir más lejos, el año más caluroso registrado y el 2022 un año en que la sequía extrema en Argentina afectó a la producción agropecuaria y causó una caída del 3% del PBI, con pérdidas cercanas a los US$25 mil millones de dólares.
Cada año es más urgente diseñar e implementar políticas públicas enfocadas en la protección del ambiente, el desarrollo sostenible y la mejora en la calidad de vida de las personas. Esto no es una opinión sectorial: la comunidad internacional articula esfuerzos e impulsa agendas transnacionales para lograrlo. Es una cuestión, a esta altura, de vida o muerte. De ello depende que podamos seguir viviendo en este planeta.
La evidencia científica que demuestra, indiscutiblemente, que las actividades del ser humano han causado el aumento de la temperatura de la Tierra no puede ser negada. El mundo entero la avala y todos los países deben tomar acción inmediata para detener la crisis climática que perjudica la calidad de vida de todas las personas y sobre todo de quienes viven en situación de mayor vulnerabilidad.
No podemos prescindir del Ministerio de Ambiente: es un área clave para la definición de políticas que afectan el ambiente y la calidad de vida de la población. En todo el mundo la agenda ambiental forma parte de un debate político crucial para definir un modelo de producción, consumo y desecho de acuerdo con los límites planetarios. Eso se traduce en medidas de mitigación y adaptación necesarias para atravesar y dar respuesta a la crisis climática global y requiere de organismos que diseñen, implementen y evalúen políticas públicas acordes, que cuenten con el respaldo de la ciencia. Más allá de los resultados de su gestión, el Ministerio de Ambiente es un instrumento institucional necesario para que el Estado construya una agenda ambiental dialogada y participativa, que atienda las necesidades del presente e incorpore una mirada a largo plazo que permita integrar los aspectos ambientales a todas las decisiones que hacen al desarrollo
En estos 40 años de democracia ininterrumpida, la Argentina tiene grandes logros que no debemos ceder bajo ningún punto de vista, aun en tiempos de crisis graves como la que atraviesa el país. Las deudas de nuestra democracia se resuelven con más democracia. No se resuelven eliminando derechos, librando las políticas públicas a la mano del mercado o cancelando a quienes piensan de manera diferente. Es fortaleciendo a la democracia y sus instituciones, con una sociedad activa que lucha por la protección de sus derechos, como encontraremos una salida democrática a las múltiples crisis que hoy nos agobian.
Es fundamental sostener la institucionalidad ambiental existente, trabajar de manera coordinada entre la Nación, las provincias, el sector privado y la sociedad para no retroceder en lo alcanzado hasta acá, y avanzar en garantizar el cumplimiento de las normas ambientales existentes como las de Cambio Climático y Bosques, así como dotar de recursos a los planes y estrategias necesarios para transformar el modelo productivo.
Hay propuestas concretas, claras y asequibles para lograrlo. Lee las cinco propuestas ambientales de FARN para salir de la crisis.